miércoles, 28 de mayo de 2008

Cera andante

Parejas de cera,
maniquies andantes,
falsas estampas de amor feliz.
Paseais vuestra arrogancia por las calles de esta vieja ciudad.
Lucis vuestra fingida alegria al compas del sonido del agua de las fuentes.
Os ahogais en vuestra propia imagen.
Desapareceis en la multitud cuando creeis ser el centro de ella.
Tened cuidado, porque el mas bello de todos puede tropezar con los escalones de su arrogancia y partirse la cabeza.

domingo, 25 de mayo de 2008

Como solucionar problemas del corazon en condiciones atmosfericas adversas

Roma me acoge con fuertes contrastes meteorologicos y sentimentales.
Mi corazon, como el clima, se resiente de los avatares propios de la primavera.
Entre lluvia y lluvia, un rayo de sol viene a iluminar mis sentimientos, nublados por la fuerza de las pasiones mas desenfrenadas.
Una copa de vino es la unica compania en este momento de toma de decisiones. Una compania, en este caso, poco recomendable. Ni las pinceladas de Sebastiano del Piombo han servido para calmar los claroscuros que se dibujan en mi interior.
Ser o no ser; ir o no ir. Esa es la cuestion, resuelta en un empuje de valentia que me lleva al abismo de lo desconocido, donde todo es posible.
El vino, como el tiempo, me lleva a disfrazar aun mas las razones de esta desidia que, cual perspectiva cinquecentesca, se asoma a mi vida con el amor como punta de fuga.

domingo, 18 de mayo de 2008

Lo que deje por ti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda,
mis perros desvelados, mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río, caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

Roma, peligro para caminantes. Rafael Alberti.

lunes, 12 de mayo de 2008

Dejadme llorar

Dejadme llorar a mares,
largamente como los sauces.
Largamente y sin consuelo.
Podéis doleros...
Pero dejadme.
Los álamos carolinos
podrán, si quieren, consolarme.
Vosotros... Como hace el viento...
Podéis doleros...
Pero dejadme.
De los álamos y los sauces. Rafael Alberti.

jueves, 8 de mayo de 2008

Pedacito de cielo

Recuerdo que entonces reías
si yo te leía mi verso mejor,
y ahora, capricho del tiempo,
leyendo esos versos lloramos los dos...
Los años de la infancia pasaron, pasaron.
La reja está dormida de tanto silencio.
Y en aquel pedacito de cielo
se quedó tu alegría y mi amor.
Los años han pasado, terribles, malvados,
Dejando una esperanza que no ha de llegar.
Y recuerdo tu gesto travieso
después de aquel beso robado al azar.
Pedacito de cielo. Homero Expósito (Boccatango).

Pd: A Lucita.