jueves, 21 de octubre de 2010

Uno y uno no son dos.

Fue su mirada eléctrica cargada en unos ojos penetrantes como el cuchillo que confunde su destino y atraviesa la carne. Sí, fue eso... pero no sólo eso.
Fue la lluvia que empezó a caer en el momento más inesperado empapando ese primer instante en que le vi. Sí, definitivamente fue eso... aunque no sólo eso.
Fue escuchar mi nombre vibrando en su voz y temblando en sus labios. Sí, creo que fue eso... pero no pudo ser sólo eso.
Fue su piel, seguro. Esa piel deslizante que al entrar en contacto con la mía hizo que un trazo recorriera mi cuerpo desde talón hasta la punta del pelo más largo de mi cabeza.
Quizá fue eso, su piel... o la lluvia, o el sabor de mi nombre en su voz. O quizá fue que por un segundo creí que uno y uno eran dos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro que hayas retomado este espacio, aunque no te cuadren las matemáticas.

Anónimo dijo...

Soy Luzma.