martes, 15 de julio de 2008

Noche orgullosa

Miradas fugaces, instinto asesino el que sentí cuando te vi.
Un asesinato injusto, seguro. Pero hay crímenes que no entienden a la razón.
Un gesto, una sonrisa y dos palabras mudas por el sonido de la noche.
El ron endulzó una conversación que no era más que el preludio de lo que estaba por llegar.
Después, el cansancio y los primeros rayos de la mañana sirvieron de prólogo al éxtasis de los cuerpos. Una invitación a la locura, al intercambio de fluidos, al préstamo de las almas, al susurro en el oído.
Tu esbelta delgadez y tus ojos sonrientes alegraron mi vista.
Y tras pedir permiso y con alguna dificultad entraste en mi vida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la intimidad de tus susurros al oído. ¡Qué estética del crimen la tuya!. Ese asesinato es tu forma de arrebatarle al otro lo que tiene de otro y hacerlo completamente tuyo. Es mucho más que un robo, es una posesión completa, eres tú mismo. Pero luego lo cargas de ternura, de fragmentos de miradas y de gestos, y le devuelves la humanidad a todo lo que el amor pueda tener de inhumano y de asesino. Casi puedo sentir yo mis@ esa perdición...

Anónimo dijo...

Sin duda este es el texto por ahora que mas me gusta de los que has subido, estoy volviendo a leer tu blog , soy miguel :)

Anónimo dijo...

Quiza algun día olvide tu nombre,
Quiza olvide tu rostro,
pero jamas el abrazo que me hacia gemir de placer...

Que hermoso texto...

Oscar R.

Anónimo dijo...

Aquella noche manifestamos el orgullo de una manera mucho mas bonita que yendo con banderas y abanicos de colores...

¿Que mejor forma que con susurros y abrazos?