domingo, 20 de julio de 2008

Cafe en la Estación

La despedida fue simple, un hasta luego pendiente del pronto reencuentro.
Sin embargo éste no llegó.
Entre lágrimas extraviadas, maletas cargadas de melancolía y las prisas por partir, me subí al tren sin volver a encontrar esa mirada que horas atrás me había atrapado.
Tampoco pudimos brindar nuevamente por el reencuentro como hicimos la primera vez, sin presentarnos, sin saber nuestros nombres.
Fue un brindis por lo que tuviera que venir, y vino.
Un brindis anticipado que a modo de presagio selló el inicio de la noche.
Una noche elástica que duró hasta las luces de la mañana, con el sabor de un pincho de tortilla.
Lo demás quedó al azar, que al final es quien decide todo.
Fue el azar el que brindó por nosotros esa noche, y el que sonrió cuando nos vio buscándonos sin encontrarnos.
Quizá también el azar explique cómo alguien prefiere desayunar un pincho de tortilla y no un café.
Pero bueno, también hay quien le pone al vacío chimichurri.
Yo le pongo palabras que aderezo con el recuerdo de ese café que nunca tomé en la estación.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

javi, cuando mueven el suelo por dentro se me mueve la nostalgia.
me voy a otra ciudad que no necesite metro.
te llamo a la vuelta.
un besito
i miss you too.

Anónimo dijo...

La nostalgia es una llave a nuevos sentimientos...

Oscar R.

Anónimo dijo...

ole ese chimichurri guapo, que a tus poemas les da un sabor inconfundible.
Esperanza