miércoles, 2 de septiembre de 2009

Tu presencia en mis sentidos.


Aún escucho tus últimas palabras, mientras recuerdo tu gesto de despedida.
Aún huelo tu suave piel, tímida; y tu pelo sobre mi espalda.
Mis manos aún recuerdan las caricias a tu pecho, el recorrido por tu cuello hasta llegar a los labios, ésos cuyos besos aún resuenan en algún rincón de esta cama.
Una cama que muy pronto se acostumbró
a tus graves palabras,
al gesto de tu sonrisa,
al olor de tu piel,
al éxtasis del encuentro corporal.
Esta cama, testigo y recuerdo de tu cuerpo, me acompaña en la soledad de esta noche en la que mis sentidos te recuerdan y me hablan de tu ausencia.

1 comentario:

Otto dijo...

...y no podía evitar recordar a quién más deseaba olvidar.