jueves, 3 de septiembre de 2009

Perdón.

Perdón por pedirte que me salves.
Perdón por exigirte que resuelvas todos mis problemas.
Perdón porque a pesar de ser un desconocido te pido que soluciones la sensación de vacío que me provoca contemplar este atardecer.
Perdón porque sin conocerte pretendo que me abraces tan fuerte como esas olas chocan contra el espigón.
Perdón por ponerte en un lugar que no te corresponde.

Pero a pesar de todo sigo esperando que antes de que termine esta canción me llames y me pidas que te abrace, que te bese y que no me separe de ti nunca.

Pero sé que eso no ocurrirá. Y seguiré viniendo aquí cada atardecer, imaginando que la canción que suena me la susurras al oído y que juntos nos sumergimos en el agua y nos besamos aguantando la respiración.

2 comentarios:

Otto dijo...

"Puede pasar de todo, ¿verdad? Cualquier cosa.
Puedes amar tanto a una persona que tan solo el miedo a perderla haga que lo jodas todo y acabes perdiéndola.
Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace unas horas ni siquiera habías imaginado conocer y mírate ahora.
Es como si alguien te regalara uno de esos puzzles con piezas de un cuadro de Magrit, de la foto de unos ponys o de las cataratas del Niágara; y se supone que ha de encajar, pero no."

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona dijo...

leo esto y se me estrecha el corazón... ¿cómo es que llegué aquí? Adoro la causalidad que hace que estas cosas pasen.