lunes, 31 de agosto de 2009

Pensé que te amaba.

Pensé que te amaba, cuando veía tus ojos brillar.
Pensé que te amaba, cuando tímidamente retirabas la mirada.
Pensé que te amaba, cuando te reías a carcajadas de mis ocurrencias.
Pensé que te amaba, cuando mis caricias erizaban tu suave piel.

Y el tiempo pasó, demostrándome que no te amaba.

Simplemente, pensaba que te amaba.

1 comentario:

aquellos ojos verdes dijo...

Este es el negativo de un recuerdo. Es el trozo de arcilla que se modeló con ojos, gestos, risas y caricias, y luego se quedó vacío, para ser esto, precisa y exactamente esto: un poema perfecto.
Cuando necesito coherencia, siempre te leo.
Me encanta(-s)