sábado, 5 de abril de 2008

Via dei Giubbonari

El amor llama a la puerta, se instala en tu habitación. Después despiertas y no está.
¿Se ha ido o ha desaparecido? ¿Se esconde o no se quiere dejar ver?
¡Ay amor!, qué cruel eres cuando me enseñas tu alma y te pierdes en lo más oscuro de mi mente.
¡Ay amor!, Tu que todo lo das y todo lo quitas. Enséñame de una vez a tratarte, a convivirte, sin el miedo de que una noche me descuide, me adormente junto a mi almohada y no te vuelva a ver.
¿Eres siempre el mismo amor?

La ventana está abierta, el ruido de la calle parece querer poner en funcionamiento el reloj, ese reloj que se detuvo en la oscuridad de tu mirada, en el sudor de tu piel, en el latir de tu corazón.
¡Dios mío, el tiempo se ha parado! No hay días ni noches, no hay alegrías ni tristezas, no hay hombres ni mujeres, no hay nadie más en el mundo, estamos solos tu y yo, frente a frente, mirada con mirada, cuerpo con cuerpo, alma con alma...
¡Cuánto soy afortunado!, de nuevo te encuentro aquí amor, en la oscuridad de tu cama y en la luz de mis sentimientos.

1 comentario:

Michael Oats dijo...

Ay el amor
para el cuál no tienes tiempo
como ocupa todos tus renglones...8-)

:P