lunes, 1 de noviembre de 2010

Perro en el arcén.

Aquí estoy con la baba recorriéndome la boca y haciendo un charco enorme en este asfalto que me quema los pies, y mira que son gruesos mis pies que el otro día pisé una chincheta y ni me enteré. Y encima tengo que cruzar esta carretera por la que no paran de pasar eso que los humanos llaman coches, que vaya invento más absurdo, con el ruido que hacen y el humo tan desagradable, que es peor que el aliento que me sale cuando mi dueño, por ahorrarse unos euros, me compra la comida esa barata de la tienda de la esquina. Encima no comprende que no me gusta la comida cuando al ponérmela le gruño, y se cree que quiero jugar con él, y me lanza el juguete, ese dichoso juguete que me compró al nacer, y yo, para que no me deje de poner la comida y el agua cada mañana, voy como un idiota a coger el maldito juguete y se lo llevo esperando que comprenda que lo que no me gusta es la comida, y que lo que me cabrea es que, por ahorrarse unas monedas, me tenga aquí con este aliento peor que el humo de los coches.
Todo esto me impide decidirme en que momento cruzo esta maldita calle en la que murió hace poco mi amigo Steve y no quiero que me pase lo mismo, y miro a un lado y a otro, y el dichoso collar que me aprieta el cuello y apenas me deja moverme, y encima mi dueño piensa que me gusta el collar cuando muevo el rabo al colocarme la correa, y el inútil no sabe que lo que quiero es salir de la casa, darme un paseo y respirar algo de aire fresco porque en esa casa no se puede estar, y por eso me escapo y vengo a este arcén, para intentar ir al otro lado de la calle donde están esos perros con los que quiero jugar, pero no puedo porque los coches no dejan de pasar y me temo que voy a tener que volver a casa a comer esa comida, con este collar estrecho y con el pesado de mi dueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedo creer que seas historiador del arte. Al final vamos a tener más en común de lo que pensaba... ;)